Los egipcios creían que el espíritu de los difuntos era conducido por Anubis hacia el lugar del juicio, en la "sala de las dos verdades", y el corazón del muerto, que era el símbolo de la moralidad del difunto, se pesaba, en una balanza, contra una pluma que representaba al Maat, el concepto de verdad, armonía y orden universal. Si el resultado era favorable, el difunto es llevado ante Osiris en Aaru, sin embargo, Ammit, " el devorador de corazones", que se representaba como un ser mezclado entre cocodrilo, león e hipopótamo, destruía aquellos corazones cuya sentencia resultaba negativa, impidiendo su inmortalidad.