TERCERA CRUZADA
La Tercera Cruzada, también conocida como la Cruzada de los Reyes, fue un intento de los líderes europeos para reconquistar la Tierra Santa de manos de Saladino. Fue un éxito parcial, pero no llegó a su objetivo último: la conquista de Jerusalén.
Tras el fracaso de la Segunda Cruzada, la dinastía Zengida controló una Siria unida y comprometida en un conflicto con los gobernantes fatimíes de Egipto, que finalmente dio lugar a la unificación de las fuerzas egipcias y sirias bajo el mando de Saladino, que los empleó para reducir la presencia cristiana en Tierra Santa y recuperar Jerusalén en 1187.
El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico Barbarroja respondió a la llamada a las armas y dirigió un ejército poderoso a través de Anatolia, pero se ahogó antes de llegar a la Tierra Santa. Muchos de sus soldados desanimados volvieron a sus casas.
Más tarde Ricardo Corazón de León se enfrentó a Saladino. Pero Saladino no pudo derrotar a Ricardo en ningún enfrentamiento militar, que aseguró varias ciudades costeras más importantes. Sin embargo, el 2 de septiembre de 1192, Ricardo firmó un tratado con Saladino por el cual Jerusalén permanecería bajo control musulmán, pero también se permitiría a los peregrinos cristianos visitar la ciudad. Ricardo salió de Tierra Santa el 9 de octubre. Los éxitos de la Tercera Cruzada permitirían a los cruzados mantener un reino considerable con su sede en Chipre y la costa de Siria. Sin embargo, su incapacidad para recuperar Jerusalén daría lugar a la petición de una Cuarta Cruzada seis años más tarde.